Noche.

Alud sagrado de pensamientos,

tristeza e insomnio que se vierten en mí

como un río sin cauce.

Emergen los sueños más hondos,

las metas que aún no nombro,

los propósitos que se disfrazan de esperanza.

Todo flota,

todo se eleva sobre la lógica de los días,

como si el milagro fuera posible.

Amanecer.

Regreso dulce y cruel a la realidad.

Luz que despierta mi cuerpo

y apaga mis ilusiones.

Me das el milagro de verla,

de cruzarme con su risa,

de escuchar su voz...

y al mismo tiempo me arrebatas

la posibilidad de tenerla.

Tú, amanecer,

tienes la belleza de lo que hiere,

la bondad de lo que niega.

Eres esa frontera entre el deseo

y la resignación.

Vida:

magnífica contradicción.

Te buscamos con sentido

y tú nos respondes con paradojas.

Enséñame a no llorarte,

a no sufrirte,

a simplemente vivirme contigo.

Si ser contradicción es tu verdad,

entonces estoy dispuesto

a seguir ardiendo en ella.